martes, 16 de enero de 2018

Aunque nunca deje de amarte

La tierra se confunde con tus pies,

Te perdés paso a paso en el camino.

Otra vez, interrogamos al destino,

Y nos inundan, de nuevo, los porqués.


Ya no se si sos vos, o las estrellas.

Te perdí cuando cruzaste el horizonte.

No hubo un tiempo peor, que aquel instante,

En el que intenté, caminar sobre tus huellas.


Me perdí, yo también, sin tanta gala.

Y desde aquél entonces, aun nos busco.

Ya no estoy en ésos ojos, que siempre luzco,

Ni en el laberinto oculto, de tus mandalas.


Ya no estoy en el néctar de las flores,

Ya no sos el rocío que me sacia.

Se ha marchado contigo esa magia

Que le daba a mi mundo, sus colores.


Con tanto gris la nostalgia se potencia,

Y esta paz se asemeja a una derrota,

Mi esperanza es del tamaño de una gota,

Que tirita con el frío de tu ausencia.


Yo no quiero buscarte eternamente,

En lo concreto de este mundo, ni en lo abstracto.

La obra termina, con este triste acto,

Aunque nunca deje de amarte, locamente.


Eguiazu Gervasio


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